viernes, 29 de mayo de 2009

¿Por qué la salud de las mujeres es un problema?

Cuando nos ponemos a analizar la cuestión de la salud de las mujeres se nos presentan dos interrogantes: ¿por qué entender la salud de las mujeres como una problemática aparte de la salud de los hombres? Y ya entendiendo esta primera cuestión, ¿por qué en nuestras sociedades la relación salud y mujeres es un problema social?

En relación a la primera pregunta cabe aclarar que vivimos en una cultura que tiene al cuerpo del hombre como modelo y al cuerpo de las mujeres como objeto de abusos y maltratos.
La gran mayoría de los "expertos" en la ciencia médica son hombres, siendo uno de los campos profesionales más machistas.


Es interesante empezar a pensar la salud no como la presencia o ausencia de enfermedad sino como algo integral que tiene que ver con la relación armónica entre lo físico y lo mental. Como dice Nuria Varela "el cuerpo femenino ha sido territorio conquistado y arrebatado durante siglos. Aun hoy lo es en buena parte del mundo. El cuerpo femenino en toda su extensión: sexualidad, salud, belleza y capacidad reproductora. El patriarcado se ha empeñado en negar la sexualidad de las mujeres, su placer y su deseo, y al mismo tiempo se ha encargado de imponer cánones estéticos al margen del riesgo que estos tienen para la salud de las mujeres".

Los estereotipos de belleza han generado repercusiones en la salud de las mujeres, especialmente en la salud mental: anorexia, bulimia, depresiones, etc, que se han tornado problemas sociales de una magnitud muy importante.

La salud de las mujeres tiene mucha relación con el conocimiento y la decisión sobre el propio cuerpo. Así el problema de la maternidad forzada y la ilegalidad del aborto junto con la falta de educación sexual y de métodos anticonceptivos gratuitos son uno de los problemas fundamentales que tenemos las mujeres en este momento.

El aborto es la primera causa de muerte materna en Argentina – el 30% de los casos de muerte materna se deben a las complicaciones surgidas de abortos mal realizados-; hay 80 mil internaciones por año por abortos incompletos; y las más perjudicadas por estos índices en los últimos años son las adolescentes.

Otro mecanismo característico del patriarcado es convertir los procesos fisiológicos femeninos naturales en procesos patológicos y medicalizarlos: el embarazo, el parto, la menopausia. Además es interesante señalar el desconocimiento predominante sobre el cuerpo de las mujeres ya que la mayoría de los ensayos clínicos se hace sobre los hombres. Los efectos que esto provoca sobre las mujeres cuando son medicalizadas son tremendos.

Los cuerpos de las mujeres son tenidos en cuenta cuando están embarazadas aunque solo como incubadoras. Pero incluso en estos casos, no se privilegia la salud de la mujer sino la del niño que esta naciendo. Además vemos como se intervienen los partos en función de la comodidad de los médicos y no de las mujeres: cesáreas sin motivos, administración de hormonas para acelerar las contracciones, cortes vaginales, y la peor posición para dar a luz: acostadas. En su propio parto la opinión de la mujer tampoco cuenta.

jueves, 14 de mayo de 2009

Mujer y Trabajo

Cuando analizamos la relación entre las mujeres y el trabajo se nos presentan diferentes dimensiones dentro de lo que llamamos la división sexual del trabajo: por un lado lo que las feministas llamamos la doble jornada, es decir la problemática coexistencia entre el trabajo remunerado "fuera del hogar" y el trabajo no remunerado, o trabajo doméstico. Dentro del trabajo remunerado otra dimensión de la problemática de género es la brecha salarial que existe entre varones y mujeres. Otra dimensión del análisis tiene que ver con los cambios que se dieron en Argentina en los años 90 en el mundo del trabajo. El neoliberalismo implementó una reestructuración capitalista que se llamo flexibilización laboral y que implicó la aparición y extensión de lo que llamamos trabajo precarizado, es decir, trabajo sin derechos, con contratos temporarios, en negro, sin aportes, ni obra social. Esto se dio tanto en el sector informal como en el formal y afectó de manera desigual en varones y mujeres siendo la población femenina la más afectada.
Esto sumado a la segregación ocupacional que condena a las mujeres a unos pocos trabajos que generalmente son una prolongación de las actividades que realizan en el ámbito doméstico (cuidar niños, enfermos, ancianos y a tareas industriales repetitivas y monótonas), empleos que por otro lado no son asumidos por los varones.

Lo primero que tenemos que hacer cuando hablamos de trabajo femenino es problematizar la responsabilidad sobre las tareas domesticas que recae exclusivamente sobre las mujeres. En cada hogar, las mujeres ocupan el rol de ama de casa, lo que implica resposabilizarse por el conjunto de actividades vinculadas al mantenimiento y aseo de la vivienda, organización del consumo y provisión de servicios (comida, ropa, etc.) y la crianza de niños entre otras. Este conjunto de actividades es requerido para salir al ámbito público, mantener los vínculos familiares, etc., y constituye el llamado trabajo doméstico. El trabajo doméstico, no por invisible en términos sociales y económicos - dada la inexistencia de una remuneración monetaria - es menos necesario social y económicamente. La producción y reproducción cotidiana de la fuerza de trabajo, aquella que se va a vender al mercado a cambio de una remuneración es realizada por el trabajo doméstico. Por esto decimos que el capital saca provecho de la explotación de este trabajo, ya que este aumenta de manera indirecta la masa general de plusvalía.
En Argentina el promedio de horas dedicadas al trabajo doméstico es de 84.5 a la semana, incluyendo los domingos y feriados, es decir un promedio de 12 hs. diarias. Más de cuatro quintas partes recaen sobre las amas de casa, que emplean un promedio de 68.9 horas por semana, casi 10 hs. diarias, incluyendo domingos y feriados.
Las mujeres en tanto que cumplen la doble jornada laboral (trabajo en el mercado laboral) dedican a las tareas domésticas 55.9 hs. a la semana, que sumadas a las 35.4 hs. semanales en el mercado hacen un total de 91.3 hs. semanales de trabajo. La ama de casa trabaja en su casa un promedio de 73.1 hs. semanales.
Para el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) la jornada normal de trabajo oscila entre 35 y 45 hs. a la semana, por lo cual ambas categorías de mujeres, las que realizan la doble jornada y las amas de casa están sobreempleadas -quizás la categoría social más explotadas- son las mujeres que cumplen la doble jornada, ya que trabajan el doble de horas de lo que el INDEC considera jornada de trabajo.
Auque existen muchas dificultades para medir el valor del trabajo doméstico se calcula que este representa entre el 25 y el 40% de lo contabilizado en el producto bruto nacional de las sociedades industrializadas. Esto es mayor en el caso de los países latinoamericanos.
En consecuencia entendemos que no es posible referirse a la situación social de las mujeres restringiendo en término trabajo o actividad al empleo remunerado. El cuidado del hogar es también un trabajo con valor económico. La devaluación de este trabajo así como la del trabajo comunitario, predominantemente realizado también por mujeres, sigue un camino paralelo al de la subordinación de las mismas. La mera conexión entre productividad y empleo remunerado continúa invisibilizando la enorme cantidad de trabajo no remunerado que realizan las mujeres, el que en realidad fundamenta y subsidia todos los demás tipos de trabajos.

En las ultimas décadas en Argentina, la retirada o achicamiento del Estado, el llamado "ajuste" generó que este vacío fuera asumido por las mujeres, lo que implicó una duplicación de su carga de trabajo en la sociedad para reemplazar a un Estado que se redujo y que, por lo tanto, se supone que se volvió más eficiente. Como resultado del ajuste las mujeres incrementaron su participación en la fuerza laboral para poder mantenerse ellas mismas y a sus familias, se incorporaron al empleo informal en condiciones desventajosas e inseguras y, debido a la disminución de sus ingresos, aumentaron su trabajo doméstico no remunerado. Los costos de la reproducción social fueron transferidos a la esfera doméstica. Las mujeres absorbieron el impacto del ajuste por la vía de trabajar más tiempo y más arduamente dentro y fuera del hogar. De esta forma una responsabilidad estatal se traslada a una responsabilidad privada de las mujeres.
En los sectores populares las estrategias de sobrevivencia provocan una mayor sobrecarga para la mujer que en general es quien las implementa en lo familiar o en lo barrial. Así el sostenimiento de las ollas populares, copas de leche, guarderías, comedores, roperos, son un ejemplo de tareas de este tipo.

También en las ultimas décadas y producto de esta reestructuración del trabajo el crecimiento del llamado sector informal a conducido a reconocer ocupaciones que no son detectadas por las estadísticas, esta invisibilidad es más evidente en el caso de las mujeres y hace referencia al fenómeno poco reconocido aun de la FEMINIZACIÓN DEL TRABAJO INFORMAL. Pertenecen a este sector diversas categorías de trabajadoras: por cuenta propia, domiciliarias, domésticas, rurales, las ocupadas en actividades de comercialización etc. Este conjunto de mujeres es más vulnerable en el mercado de trabajo desde todo punto de vista. La mayoría se encuentra en situación de pobreza con el agravante de que no cuentan con sistemas previsionales de jubilación y atención de salud, no tiene condiciones para organizarse para fortalecer su capacidad de negociación y perciben bajos ingresos.
La precarización laboral también tiene principalmente rostro de mujer.
En el sector privado, según datos del 2005, los asalariados precarios varones son el 48%, mientras que para las mujeres esta cifra asciende al 60%. En promedio, las mujeres estamos un 10% más precarizadas que los varones.

Las cifras que marcan la desigualdad de salarios entre varones y mujeres es alarmante: en iguales condiciones educativas, el ingreso promedio de las mujeres representa el aproximadamente 60% del de los varones. En el año 2006 la brecha salarial entre varones y mujeres era del 32% en perjuicio de las mujeres según la CTA.
Esta brecha se ensancha con la edad. Y, contrariamente a lo que se podría asumir, cuanto mayor es el nivel educativo mayor es la brecha lo cual quizás se deba a cierta discriminación en el lugar de trabajo, a la segregación profesional o a que una proporción mayor de mujeres que de hombres trabaja a tiempo parcial (a menudo con salarios más bajos) o por debajo de su nivel educativo, por verse obligadas en muchos casos a combinar el trabajo con las responsabilidades familiares.

El gran desafío de la inserción de las mujeres en el mundo del trabajo fue cómo conjugar la maternidad con el trabajo. Ese desafío sigue siendo un desafío. Y después de la flexibilización laboral salvaje de los noventa el desafío se recrudeció.
En este sentido un punto que frena el ascenso de las mujeres en el mundo del trabajo es que, en la Argentina, los jardines maternales son muy pocos. El Estado no cubre esta necesidad y las empresas no cumplen con su obligación de contar con jardines maternales propios.
Por otra parte las mujeres están subrepresentadas en el sistema previsional, lo que se debe a que el peso de la reproducción social opera como una de las causas principales de su baja inserción en el mercado formal y su sobrerepresentación en los segmentos peor remunerados y en la economía informal. Entre las mujeres que trabajan de forma asalariada en el servicio domestico, el 90% no tienen aportes.

domingo, 10 de mayo de 2009

Charla- Debate



"FEMINISMOS LATINOAMERICANOS.
En el marco de los Encuentros Feministas realizados en México 2009"


Invitadas:

  • Yuderkys Espinosa Miñoso (Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género, FF y L, Universidad de Buenos aires, GLEFAS).
  • Yamila Balbuena (Colectiva feminista Las Azucenas - Integrante de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto).

Miercoles 13 de Mayo 19:30 hs.

Aula E1 (entrepiso 1), Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación - UNLP (48 e/ 6 y 7)

Organiza Comisión de Género de Humanidades - UNLP

miércoles, 1 de abril de 2009

Ensañamiento contra Romina Tejerina

Se realizo una denuncia de que a principios de este mes, en el Penal de Mujeres de la ciudad de San Salvador de Jujuy, Romina Tejerina sufrió agresiones y maltratos, tanto físicos como psicológicos, por parte de sus compañeras y por el servicio penitenciario, que en vez de protegerla la sometió a un aislamiento de tres días.
La joven fue liberada de su aislamiento luego de que se presentaran tres recursos de hábeas corpus ordenando que termine con el encierro de Romina y se tomen las medidas de cuidado hacia la víctima.
Este avasallamiento se suma a la arbitraria decisión de la Cámara de Apelaciones, (Sala II a cargo del Dr. Yérmanos), de negarle el pedido de Romina de estudiar la carrera de Derecho. Denunciamos la flagrante violación a los Derechos Humanos que se viene cometiendo sistemáticamente con Romina, en tanto jamás se le brindó la debida atención a sus peticiones, ni fue asistida como corresponde ante las agresiones sufridas.
El caso de Romina tiene su correlato con otras historias, la de miles de mujeres que llegan a las cárceles argentinas empujadas por la pobreza. Según un informe realizado sobre el Sistema Penitenciario Federal, en un periodo comprendido entre 1990 a 2001, la población carcelaria femenina creció en un 205%. Esto se debió, en parte, a la sanción de la Ley de Drogas N° 23.737. La mayoría de las mujeres presas, que se encuentra en los establecimientos carcelarios, están por alguna infracción a la dicha ley, es decir llegan a las cárceles por ser el eslabón más vulnerable de la cadena de comercialización de drogas.
El mismo informe da cuenta de una situación producida en la provincia de Jujuy en el año 2004 donde 25 mujeres, 1 adolescente de 16 años, 2 niños de 4 años y 1 niña de 5 años se encontraban alojados en el trailer de un camión de 2 metros de ancho y 10 de largo. En la misma provincia, en la Alcaidía Federal –un establecimiento mixto- había alojadas 12 mujeres y una beba de 28 días de nacida en una celda de 16 m2 con sólo 11 camas. En ambos lugares, las condiciones de higiene eran pésimas. Las mujeres alojadas en el contenedor no recibían ningún tipo de productos de limpieza para el baño, lo que les produjo infecciones vaginales que se extendió a una de las niñas alojadas en el lugar. En la Alcaidía contaban con dos baños que podían ser utilizados, solamente, hasta las 22 hs. luego se cerraban las celdas, y las mujeres debían realizar sus necesidades en recipientes precarios.
Este el mismo sistema judicial que condenó a Romina, y la envió a la cárcel, el que somete a otras mujeres y sus hijos e hijas a métodos vejatorios y humillantes de encierro.





La historia de Romina

Romina Tejerina es víctima de una sociedad enceguecida por prácticas y discursos patriarcales. Romina es una joven jujeña, que vivía en el barrio Roberto Sánchez de San Pedro, a 30 kilómetros de San Salvador, Jujuy, cursaba el quinto año de la secundaria. A los 18 años el 1º de agosto de 2002 fue víctima de una violación, fue abusada sexualmente por un vecino cuyo nombre es Eduardo Vargas. El violador actualmente tiene 42 años, es comerciante y hermano de un policía y se encuentra impunemente en libertad. Como consecuencia de esta violación Romina quedó embarazada. Como tantas otras mujeres, Romina no denunció en su momento la violación que sufrió. La sensación de desprotección estatal, legal e institucional frente a esta problemática, opera de diversas maneras. Primero culpabiliza a la víctima, ya que denunciar una violación es un proceso tan traumático como el delito denunciado, allí se pone en evidencia la ineficiencia del Estado. El Estado exige la denuncia pero, a la vez, desampara a las denunciantes. Siete meses más tardes, en febrero de 2003, en silencio, Romina se dirigió al baño de su casa, vió la cara del violador y mató al recién nacido. La joven se encontraba en medio de un brote psicótico causado por el trauma de la violación, según su abogada. Desde el 23 de febrero de 2003 se encuentra privada de su libertad por orden del juez Argentino Juárez. Fue Detenida en el Penal de Mujeres de San Salvador de Jujuy. La justicia argentina desde un principio, desestimó y no contempló el shock de la joven. Además separó la violación del resto del caso, desvinculando la violencia sufrida por Romina de su consecuencia; buscaban mostrarla como una asesina fría y despiadada, llegando a negar que hubo una violación.
El viernes 10 de junio de 2005, fue el día del fallo. Los jueces Antonio Llermanos, Héctor Carrillo y Alfredo Frías, de la Sala II de la Cámara Penal de San Salvador de Jujuy, en Argentina, condenaron a Romina a 14 años de prisión por el cargo de homicidio calificado.
Romina Tejerina es la cara donde se ve brutalmente como funciona la justicia patriarcal. Cómo en nuestro país, las víctimas se convierten en victimarias. Cómo las mujeres son desoídas cuando denuncian las violaciones y maltratos. Romina Tejerina fue condenada mientras que su violador fue absuelto. De esto se trata la justicia patriarcal.
Se condena a las victimas, se condena siempre a las mujeres.
Además Romina es el rostro de las consecuencias que padecemos las mujeres por no poder decidir sobre nuestros cuerpos. Es la cara de la invasión de nuestros cuerpos por los mandatos patriarcales y la Iglesia. Romina no pudo decidir sobre su embarazo no solo porque el aborto es ilegal en la Argentina sino porque culturalmente las mujeres estamos formadas en el desconocimiento del propio cuerpo, con una imposibilidad de ejercer libremente la sexualidad. El Estado carece de políticas educativas serias para la implementación de educación sexual en las escuelas, sumado a la desinformación provocada por los medios masivos que exacerban el consumo de cuerpos (sobre todo de mujeres y niñas). Ninguno de estos elementos es casual, sino que se articulan entre si para perpetuar la dominación sobre las mujeres.
Algunas mujeres como Romina, son tomadas para disciplinar a otras. El sistema judicial y el penitenciario se ensañan con ellas. El judicial negándole la posibilidad de ejercer cualquier derecho que las asista o que les permita una reinserción social. El penitenciario, las humilla, las castiga doblemente confinándolas por ejemplo al aislamiento, que es uno de los castigos más utilizados como estrategia para controlar los conflictos o faltas disciplinarias.
Romina, presa desde hace seis años, es el símbolo del ensañamiento del que es capaz el poder político, judicial y el sistema carcelario, sobre todo si se trata de una mujer y si además es pobre. Pero también es la bandera de lucha levantada por el Movimiento de Mujeres que no cesará hasta conseguir su libertad.

domingo, 8 de marzo de 2009

8 de marzo: dìa de las mujeres en lucha!


El 8 de marzo de 1908 cientos de mujeres de la fábrica textil Cotton de Nueva York se manifestaron para exigir mejores condiciones laborales, siendo brutalmente dispersadas. Como continuación de su lucha decidieron tomar la fábrica y desde allí exigir, que al menos, las oyeran. Cuál es el final de esta historia: el patrón prende fuego la fábrica asesinando a las 130 operarias que estaban dentro resistiendo. El reconocimiento de esta fecha como día de la mujer trabajadora se daría dos años más tarde, cuando Clara Zetkin, líder del partido socialista alemán, pronunciara en la II conferencia Internacional de las Mujeres Socialistas de Copenhague la necesidad de reivindicar este día de lucha en la agenda política.
En 100 años muchas fueron las luchas que las mujeres hemos dado, logrando transformar algunas de las opresiones que violentan nuestros cuerpos y nuestras vidas, que niegan nuestras libertades. Avanzamos sobre el espacio público accediendo a la educación, al voto, al trabajo remunerado, formamos parte de movimientos sociales y políticos, entre otros.
Sin embargo seguimos viviendo en una sociedad machista y esto se expresa en las múltiples formas de violencia contra las mujeres. El Estado y la Iglesia sostiene y reproducen esta situación metiéndose en nuestras camas imponiéndonos la heterosexualidad; en nuestros úteros, manteniendo el aborto en la clandestinidad; y en nuestras vidas al pretender disciplinarnos como madres, esposas, sumisas y devotas.

“Mucho cambia cuando las mujeres nos juntamos. La historia de nuestras luchas lo demuestra, porque sabemos que juntas podemos salir transformadas y transformar al mundo.”



  • Por el derecho a decidir sobre nuestros propios cuerpos.
    Educación sexual para decidir / anticonceptivos para no abortar / aborto legal, libre, seguro y gratuito para no morir.

  • No a la heterosexualidad obligatoria.

  • Basta de estereotipos de belleza-consumo del sistema patriarcal y capitalista

  • Desmantelamiento ya! De las redes de Trata y prostitución.

  • Basta de Femenicidios / Justicia para Sandra Ayala Gamboa.

  • Libertad a Romina Tejerina / Cárcel a los violadores.

  • Separación de la Iglesia del Estado.

  • No a la Feminización de la pobreza / Basta de despidos: las mujeres somos las que más sufrimos las consecuencias de la Crisis.

  • Basta de todo tipo de violencia hacia las mujeres.



*Las Barbies apuntan a la niñez construyendo un ideal de mujer flaca, heterosexual, clase alta, “exitosa. Este juguete para niñas actúa como un mecanismo de adoctrinamiento, que las encierra en un molde prefabricado. En el camino por alcanzar este ideal hay un largo trecho de sufrimientos y frustaciones.


*Los juguetes no son neutros. Como parte de una educación sexista, están cargados de simbolismos que actúan sobre las niñas en la construcción de su identidad.


*Las Barbies representan el modelo de belleza opresivo que nos cosifica, y promueve prácticas que violentan nuestros cuerpos: cirugías estéticas, dietas, trastornos alimenticias y psicológicos, llevando incluso a la muerte a miles de mujeres.


*La belleza de la Barbie es siempre joven. No permite pensar la belleza en la vejez.


*Barbie se ha ido modernizando y ha creado nuevos modelos (dentista, peluquera, etc.) como producto del capitalismo que necesita diversificarse para expandir su mercado. Las “barbies profesionales”, por ende de clase media-alta, no reflejan a la mujer emancipada como nos quieren hacer creer; se plantean como permisos o concesiones y no como triunfos de las mujeres.

*La Barbie es un juguete sexista. Es un objeto para comprar y usar. Representa un estereotipo opresivo y violento:

Mujer = objeto = “belleza” .


NOS SOMOS OBJETOS. NO SOMOS MUÑECAS.

Somos gordas, peludas, anteojudas, mestizas, negras, originarias, piqueteras, niñas, viejas, altas, bajas, machonas, trans, tortilleras, putas, ateas, locas, inteligentes, rebeldes...
...Y muchas más...


¡¡¡ SOMOS NO BARBIE !!!

Comisión de Género Humanidades- UNLP/ Malas como las arañas