miércoles, 1 de abril de 2009

Ensañamiento contra Romina Tejerina

Se realizo una denuncia de que a principios de este mes, en el Penal de Mujeres de la ciudad de San Salvador de Jujuy, Romina Tejerina sufrió agresiones y maltratos, tanto físicos como psicológicos, por parte de sus compañeras y por el servicio penitenciario, que en vez de protegerla la sometió a un aislamiento de tres días.
La joven fue liberada de su aislamiento luego de que se presentaran tres recursos de hábeas corpus ordenando que termine con el encierro de Romina y se tomen las medidas de cuidado hacia la víctima.
Este avasallamiento se suma a la arbitraria decisión de la Cámara de Apelaciones, (Sala II a cargo del Dr. Yérmanos), de negarle el pedido de Romina de estudiar la carrera de Derecho. Denunciamos la flagrante violación a los Derechos Humanos que se viene cometiendo sistemáticamente con Romina, en tanto jamás se le brindó la debida atención a sus peticiones, ni fue asistida como corresponde ante las agresiones sufridas.
El caso de Romina tiene su correlato con otras historias, la de miles de mujeres que llegan a las cárceles argentinas empujadas por la pobreza. Según un informe realizado sobre el Sistema Penitenciario Federal, en un periodo comprendido entre 1990 a 2001, la población carcelaria femenina creció en un 205%. Esto se debió, en parte, a la sanción de la Ley de Drogas N° 23.737. La mayoría de las mujeres presas, que se encuentra en los establecimientos carcelarios, están por alguna infracción a la dicha ley, es decir llegan a las cárceles por ser el eslabón más vulnerable de la cadena de comercialización de drogas.
El mismo informe da cuenta de una situación producida en la provincia de Jujuy en el año 2004 donde 25 mujeres, 1 adolescente de 16 años, 2 niños de 4 años y 1 niña de 5 años se encontraban alojados en el trailer de un camión de 2 metros de ancho y 10 de largo. En la misma provincia, en la Alcaidía Federal –un establecimiento mixto- había alojadas 12 mujeres y una beba de 28 días de nacida en una celda de 16 m2 con sólo 11 camas. En ambos lugares, las condiciones de higiene eran pésimas. Las mujeres alojadas en el contenedor no recibían ningún tipo de productos de limpieza para el baño, lo que les produjo infecciones vaginales que se extendió a una de las niñas alojadas en el lugar. En la Alcaidía contaban con dos baños que podían ser utilizados, solamente, hasta las 22 hs. luego se cerraban las celdas, y las mujeres debían realizar sus necesidades en recipientes precarios.
Este el mismo sistema judicial que condenó a Romina, y la envió a la cárcel, el que somete a otras mujeres y sus hijos e hijas a métodos vejatorios y humillantes de encierro.





La historia de Romina

Romina Tejerina es víctima de una sociedad enceguecida por prácticas y discursos patriarcales. Romina es una joven jujeña, que vivía en el barrio Roberto Sánchez de San Pedro, a 30 kilómetros de San Salvador, Jujuy, cursaba el quinto año de la secundaria. A los 18 años el 1º de agosto de 2002 fue víctima de una violación, fue abusada sexualmente por un vecino cuyo nombre es Eduardo Vargas. El violador actualmente tiene 42 años, es comerciante y hermano de un policía y se encuentra impunemente en libertad. Como consecuencia de esta violación Romina quedó embarazada. Como tantas otras mujeres, Romina no denunció en su momento la violación que sufrió. La sensación de desprotección estatal, legal e institucional frente a esta problemática, opera de diversas maneras. Primero culpabiliza a la víctima, ya que denunciar una violación es un proceso tan traumático como el delito denunciado, allí se pone en evidencia la ineficiencia del Estado. El Estado exige la denuncia pero, a la vez, desampara a las denunciantes. Siete meses más tardes, en febrero de 2003, en silencio, Romina se dirigió al baño de su casa, vió la cara del violador y mató al recién nacido. La joven se encontraba en medio de un brote psicótico causado por el trauma de la violación, según su abogada. Desde el 23 de febrero de 2003 se encuentra privada de su libertad por orden del juez Argentino Juárez. Fue Detenida en el Penal de Mujeres de San Salvador de Jujuy. La justicia argentina desde un principio, desestimó y no contempló el shock de la joven. Además separó la violación del resto del caso, desvinculando la violencia sufrida por Romina de su consecuencia; buscaban mostrarla como una asesina fría y despiadada, llegando a negar que hubo una violación.
El viernes 10 de junio de 2005, fue el día del fallo. Los jueces Antonio Llermanos, Héctor Carrillo y Alfredo Frías, de la Sala II de la Cámara Penal de San Salvador de Jujuy, en Argentina, condenaron a Romina a 14 años de prisión por el cargo de homicidio calificado.
Romina Tejerina es la cara donde se ve brutalmente como funciona la justicia patriarcal. Cómo en nuestro país, las víctimas se convierten en victimarias. Cómo las mujeres son desoídas cuando denuncian las violaciones y maltratos. Romina Tejerina fue condenada mientras que su violador fue absuelto. De esto se trata la justicia patriarcal.
Se condena a las victimas, se condena siempre a las mujeres.
Además Romina es el rostro de las consecuencias que padecemos las mujeres por no poder decidir sobre nuestros cuerpos. Es la cara de la invasión de nuestros cuerpos por los mandatos patriarcales y la Iglesia. Romina no pudo decidir sobre su embarazo no solo porque el aborto es ilegal en la Argentina sino porque culturalmente las mujeres estamos formadas en el desconocimiento del propio cuerpo, con una imposibilidad de ejercer libremente la sexualidad. El Estado carece de políticas educativas serias para la implementación de educación sexual en las escuelas, sumado a la desinformación provocada por los medios masivos que exacerban el consumo de cuerpos (sobre todo de mujeres y niñas). Ninguno de estos elementos es casual, sino que se articulan entre si para perpetuar la dominación sobre las mujeres.
Algunas mujeres como Romina, son tomadas para disciplinar a otras. El sistema judicial y el penitenciario se ensañan con ellas. El judicial negándole la posibilidad de ejercer cualquier derecho que las asista o que les permita una reinserción social. El penitenciario, las humilla, las castiga doblemente confinándolas por ejemplo al aislamiento, que es uno de los castigos más utilizados como estrategia para controlar los conflictos o faltas disciplinarias.
Romina, presa desde hace seis años, es el símbolo del ensañamiento del que es capaz el poder político, judicial y el sistema carcelario, sobre todo si se trata de una mujer y si además es pobre. Pero también es la bandera de lucha levantada por el Movimiento de Mujeres que no cesará hasta conseguir su libertad.