martes, 23 de diciembre de 2008

Todas somos Sandra

El concepto de femicidio nace en 1990 cuando Jane Caputo y Diana E. H. Russell publicaron en la revista Miss de septiembre-octubre, el artículo "Femicid: Speaking the unspeakable".
La elaboración del concepto de feminicidio es un claro ejemplo de la relevancia de la producción de conocimiento para la orientación de las prácticas feministas. Al politizar los asesinatos de mujeres, Russell y Caputo, visibilizaron las relaciones de poder que subyacen a los mismos, permitiendo con dicho análisis pensar políticas que ataquen el problema desde sus raíces.
Las autoras definieron dicho concepto de la siguiente manera: "El asesinato de mujeres es la forma más extrema del terrorismo sexista. Una nueva palabra es necesaria para comprender su significado político. Pensamos que femicidio es la palabra que mejor describe los asesinatos de mujeres por parte de los hombres [=varones], motivados por el desprecio, el odio, el placer o el sentido de propiedad sobre ellas. El femicidio es el resultado final de un continuum de terror que incluye la violación, tortura, esclavitud sexual, especialmente la prostitución, el incesto y el abuso sexual familiar, la violencia física y emocional, los asaltos sexuales, mutilaciones genitales (clitoridectomías e infibulaciones), operaciones ginecológicas innecesarias (histerectomías), heterosexualidad obligatoria, esterilizaciones y maternidades forzadas (penalizando la anticoncepción y el aborto), psicocirugías, experimentos medicos abusivos (por ej. la experimentación de nuevas tecnologías reproductivas), negar proteínas a las mujeres en algunas culturas, las cirugías estéticas y otras mutilaciones en nombre del embellecimiento. siempre que de estas formas de terrorismo resulte la muerte, se transforman en femicidio...Cuando la supremacía masculina es desafiada, el terrorismo es intensificado... las mujeres vivimos bajo este terror,m luchemos contra él o no". (Caputo, J; Russell, D., en Fontela, M, 2005:35)
Esta propuesta permite entender tales casos como producto de ralciones de poder y desigualdad entre mujeres y varones, en el marco de un sistema de opresión: el patriarcado. Si bien consideramos que se trata de un concepto universal, intentaremos comprenderlo a partir de la forma heterogénea en que se manifiesta según el contexto socio-histórico particular en que se sitúan los actos de violencia. Consideramos al patriarcado, siguiendo a Heidi Hartmann, como un conjunto de relaciones sociales que tienen una base material y en el que hay unas relaciones jerárquicas y una solidaridad entre los hombres [=varones] que les permiten dominar a las mujeres. (Hartmann, 1980: 97)

¿Por qué entender el asesinato de Sandra como un femicidio?
Sandra se hizo presente en el archivo del Ministerio de Economía de la ciudad de La Plata con el fin de reunirse en una entrevista de trabajo. Concentraba varias marcas que la posicionaban desventajosamente. Por un lado en un marco xenofóbico reinante en la Argentina, producto de diversas crisis a nivel nacional y global, la llegada de inmigrantes de países limítrofes se tradujo en una tensíon expresada en los vínculos sociales con la conformación de dos bandos de inmigrantes y el ciudadano nacional, que perdura en la actualidad y tienen fuertes consecuencias en el plano laboral. Sandra era una inmigrante más que disputaba un puesto de trabajo, una actitud que continúa desafiando el rencor del ciudadano argentino y al contexto xenofóbico que lo interpreta como expropiación de sus espacios nacionales. De esta forma se hace visible la manera en que se articulan desventajosamente para Sandra la nacionalidad y la clase y se representa la realidad que los grupos inmigrantes deben enfrentar ante una población nacional que no los reconoce como ciudadanos ni como legítimos merecedores de oportunidades y condiciones laborales. Pero Sandra no era una inmigrante europea y blanca. Por el contrario, era una joven mestiza proveniente de Perú. Consideramos que la xenofobia que se respira en nuestro país, tiene de trasfondo un fuerte racismo que se remonta a los rtiempos de la colonización de América. El genocidio que sufrieron los pueblos originarios por parte de los europeos perdura hasta nuestros días en la ideología racista existente en amplios sectores de la sociedad. La discriminación es atravesada, en este marco, por la pertenecia étnica. Si en el análisis intentamos dar un paso más, Sandra era una mujer y el cuerpo, que en este caso lleva las marcas negativas de ser inmigrante, mestiza y desocupada, es un cuerpo femenino, por lo que estos estigmas se potencian, implicando un desafío que van más allá de la xenofobia racista y desocupación presentes en el país. Las marcas de etnia, clase y nacionalidad (ya negativamente valoradas, por pobre, meztiza, y peruana), son juzgadas desde la óptica patriarcal y usará el cuerpo de Sandra como el territorio en el que impondrá el castigo ejemplificador para cualquier otra mujer que ose cruzar los límites. Con la muerte de Sandra no sólo se intentó disciplinar a una mujer, sino a una mujer genérica, pero a su vez esta agresión se dirige contra otro hombre también genérico, con el fin de demostrar fuerza y virilidad ante una comunidad, que si bien es de pares, matiene un orden jerárquico. La muerte de sandra está dirigida como agresión y como enunciado hacia el grupo de varones de su comunidad en términos étnicos, su muerte fue un acto expresivo de significado, un acto para otros, un acto para marcar y remarcar espacios de poder entre pares.
La condición de osibilidad para que este tipo de asesinatos tengan lugar, en un ambiente de extrema impunidad, ausencia de líneas de investigación consistentes, repetición de crímenes, privilegios y protección (directa o indirecta) a acusados, construcción de chivos expiatorios y , fundamentalmente, encubrimiento y complicidad del Estado y sus instituciones. En el caso de sandra, ella desaparece el dia 16 de febrero del 2007. Cuando los familiares fueron a hacer la denuncia ese mismo día a la comisaría Primera, los policías se negaron tanto a tomar la denuncia, como a entrar en el archivo del Ministerio para ver si Sandra estaba ahí, porque los familiares sabían que ese era el lugar de la supuesta "entrevista de trabajo". Tuvieron que pasar 6 días para que la policía entrara al edificio para buscar a Sandra. Así fue como el 22 de febrero encontraron su cuerpo.
El caso de Sandra muestra un pacto entre varones que trasciende a los autores directos. la complicidad y el silencio se extienden a la policía encubridora, al Ministerio de Economía que prestó el lugar para el crimen, a la justicia y a sus leyes patriarcales que mantienen impune el crimen y al gobierno que garantiza la impunidad, permitiendo, de hecho, que los femicidios sucedan de manera sistemática, hasta en los edificios públicos de sus propias instituciones. La impunidad no es producto de los asesinatos sino la condición de posibilidad de los mismos.
Un estudio estadístico realizado por Susana Cisneros, Silvia Chejter y Jimena Kohanetc muestra que en la provincia de Buenos Aires entre los años 1997 y 2003 se produjeron 1072 homicidios que pueden ser claramente caratulados de femicidios. dando una frecuencia de un femicidio cada dos días y medio solamente en la provincia de Buenos Aires.
El carácter disciplinante del castigo impuesto a estas mujeres se refleja consciente e inconscientemente en la forma que desde los medios se instala el debate moral en la esfera pública sobre la víctima, es decir, qué límites han transpasado que las vuelven moralmente cuestionables. El poder patriarcal escribe sus mandamientos en los cuerpos de las mujeres elegidas para el sacrificio, violación, tortura y muerte para toda mujer que se atreva a posicionar como sujeto y decidir sobre su propio cuerpo y su propia sexualidad.
Creemos que la muerte de una mujer peruana desocupada y mestiza, encontrada en un organismo estatal tiene un significado político. El cuerpo de Sandra es el lugar de sometimiento de la otredad, donde no sólo se refuerza una posición con respecto a las fronteras de lo femenino, sino que se intenta transmitir, a su vez, un mensaje subordinante ante los varones culturalmente diversos y política y económicamente en desventaja. El concepto de femicidio nos permitió descartar cualquier forma de explicación superficial y simplista, que aísle los asesinatos unos de otros al presentarlos como crímenes pasionales o conflictos privados. Por el contrario, visibiliza la relación de los mismos como el emergente de una violencia estructuralen cuya base se encuentra la dominación masculina.